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Iván Calderón
Analista de Sistemas
Programador de Computadores
Desarrollador de Aplicaciones Web
Administración Comercial y Financiera
Universidad Francisco de Paula Santander
Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
Escribe a Iván
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LO QUE ME PIDIÓ UN CUENTO
Por: Iván Calderón
Ese
día me levanté, como tantos otros, lleno de cansancio pues la noche
anterior me la pasé, la mayor parte de ella, caminando por el pueblo
sin encontrar con qué pasar un rato diferente.
¡Ah! Pero olvidaba decirles quien soy: mi nombre es Pluritarco, sí, ya me lo han dicho;
“Es el nombre más feo que he escuchado...” Me lo regaló mi abuela el
día en que me bautizaron, para entonces ya contaba con nueve años.
Hoy ya cuento con trece aburridos años, y preciso que es mi
cumpleaños, luego les diré mi domicilio para lo del regalo.
Nací en un pueblo llamado Bucaralarga, es grande y feo. En la plaza
existe una iglesia muy grande con dos torres, en una de las cuales
hay un reloj con números grandes y anuncia el tiempo cada cuarto de
hora.
En otro costado de la plaza hay una casa tan grande que
ocupa toda la manzana y tiene cuatro pisos con unos pasillos
larguísimos y en el centro un parque, o algo parecido.
En otro de sus costados hay seis casas viejas y una iglesia pequeñita; donde se
casan los de “sangre azul”, como les dice mi abuela.
¿Se
acuerdan de la casa grande de la plaza? Tiene unas ventanas a ras de
piso, con barrotes de acero y una malla como para que no se salgan
ni las cucarachas; por allí sólo se ve oscuridad.
Esta mañana
cuando mi abuela me pidió que le comprara sus tabacos pasé frente a
dichas ventanas y ¡Oh! ¡Qué sorpresa! En una de ellas escuché una
voz que me llamaba: “Pluritarco, Pluritarco por favor escúchame.” -
dijo la voz -.
Sentí tal miedo que por poco salgo a correr,
pero, para curioso, nadie en la familia me gana y eso pudo más.
Muy despacio me aproximé a la ventana, Cuando estuve bien pegado a
la reja de la ventana volví a escuchar la voz, esta vez más clara:
“Pluritarco, escúchame un momento - dijo la voz -.
¿Qué desea? -
le respondí - ¿quién es usted que no lo puedo ver?
Mira
Pluritarco - dijo la voz - estoy dentro de esos libros grandes que
tienes al frente, pero no me puedes ver.
Bueno ¿quién eres? -
pregunté con más curiosidad - pues los libros que la voz me decía
estaban tan cubiertos de polvo y telarañas que escasamente parecían
libros.
Mira Pluritarco, mi nombre es “Cuento”, todos me llaman
Cuento - dijo la voz - y me tienen secuestrado desde hace muchos
años en este sótano oscuro y mugriento.
Está bien, pero ¿qué debo
hacer? - le respondí con más curiosidad aún -. ¿Por qué te llaman
Cuento? ¿A qué te dedicabas antes de que te encerraran en este
sótano? - seguí preguntado más interesado - ¿me lo puedes decir?
Te lo puedo decir todo si prometes ayudarme - dijo la voz - pero
recuerda mi nombre, me llamo Cuento.
Está bien Cuento prometo
ayudarte - le respondí y le hice la promesa - ahora estoy presto a
escucharte.
Pon mucha atención - me pidió Cuento - y comenzó su
relato: Yo nací hace muchísimos años, creo que con Adán y Eva, en el
Paraíso Terrenal, siempre acompañé al hombre en momentos de reunión
familiar, allí estaba presente, creándoles personajes para amenizar
los momentos más íntimos de la familia.
Yo también me divertía -
dijo Cuento - con los personajes que creaba. Pasé momentos muy
felices viendo esas familias tan unidas compartiendo conmigo su
intimidad. Cuántas veces dormimos hasta diez o doce personas en una
sola cama, pues mis personajes no se iban de sus mentes y hasta los
veían en las sombras, no querían salir del lugar ni apagar la luz.
Cuántos de mis personajes han sido usados por los adultos para
mantener la familia unida y en armonía.
Los momentos que más
disfrutaba eran después de la cena, y en el campo, donde siempre
estuve presente con mis personajes como:
“La madreselva”; que
perdía a los incautos que se atrevía a entrar en la selva sin su
permiso,
“El duende”; Ser imaginario que enamoraba a las
adolescentes engreídas,
“La patasola”; que se aparecía a los
borrachitos que se gastaban (en licor) lo del mercado para la
familia,
“La llorona”; representación de las mujeres que eran
malas con sus hijos y cuántos más creados para transmitir buenas
costumbres en las familias y mantenerlas unidas.
¡AH! ¡TIEMPOS
AQUELLOS! - suspiró Cuento - y continuó, pero con una voz distinta,
como la de quien se lamenta: ya no me llaman, a pesar de esos
relatos tan bonitos.
¡Ya no hay tiempo! - se quejó Cuento - las
familias ya no se reúnen ni comparten su tiempo.
Siempre hay un
pretexto para no encontrarse ni en el comedor; pasan días sin que el
padre vea a sus hijos despiertos, a menudo llega tarde, sus
negocios. La obligación económica no le dan tiempo para estar con su
familia o llegar temprano a casa.
La madre, y sus compromisos,
también evade compartir con sus hijos mis personajes, que son
tantos: ratones, conejos, ranitas, pollos, etc.
Como ves
Pluritarco, ya hasta me ignoran - dijo Cuento - y lo peor me
pusieron precio y me encerraron en libros.
Luego me metieron en
anaqueles y vitrinas a llenarme de polvo y telaraña. Pluritarco, lo
que te pido - dijo Cuento - es que me saques de aquí y me lleves a
donde pueda compartir como antes mis personajes con las familias.
Que los niños escuchen mis voz, que el que no sepa leer también
pueda pasar ratos amenos con mis personajes.
Pluritarco dile a
tus amiguitos - me pidió Cuento - que pidan a sus papás que se
reúnan con ellos y les hablen que existo y he unido familias por
muchos años.
Cuento te ayudaré - le prometí - difundiré por algún
medio tu petición y esperemos que el mensaje llegue y obre. No todo
está perdido.